¡Hola, artenauta! Ya que la semana pasada hablábamos sobre la psicología del color, es decir, todo aquello que las distintas tonalidades nos transmiten y nos ayudan a transmitir a otras personas, hoy nos gustaría ir un poquito más allá, centrándonos en la capacidad de comunicar y expresar emociones a través de nuestras obras de arte.
Hay dos conceptos que, para empezar, debemos tener muy claros: el ser humano es emocional por naturaleza y tiene la necesidad innata de comunicar.
Las emociones forman parte de nuestro día a día, acompañándonos en cada proceso que atravesamos. Contra lo que muchas personas piensan, no hay emociones positivas y emociones negativas, ninguna es “buena” o “mala”, ya que el objetivo de estas es ayudarnos a adaptarnos a un determinado entorno o situación y darle una respuesta adecuada (imagina que en medio del entierro de un familiar nos sintiésemos eufóricos y empezásemos a “saltar” de alegría. La felicidad es una emoción agradable, pero en este supuesto estaría fuera de lugar).
Ser capaces de expresar nuestras emociones (teniendo en cuenta la capacidad para entenderlas y gestionarlas, es decir, con inteligencia emocional) es lo más sano y aconsejable de cara a vivir una relación mucho más placentera con nosotros mismos y con el entorno. Pero esto no siempre es posible, ya sea por limitaciones impuestas por el propio medio social en el que nos desenvolvemos, por la situación concreta que se nos presenta o por dificultades personales de cara a comunicar lo que sucede en nuestro mundo interior.
El arte, en todas sus facetas, es un medio idóneo, utilizado desde que “el hombre es hombre” para comunicar (ya en la prehistoria se utilizaban las pinturas rupestres, que son las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia, para plasmar expresar escenas de la vida cotidiana, la interacción con el entorno y sus deidades…).
A través de una obra de arte, del tipo que esta sea (música, danza, pintura…) podemos expresar y comunicar todo aquello que “llevamos dentro” y necesitamos compartir “con el mundo”.
De igual manera, el receptor del mensaje (en este caso nuestro público) no solo es capaz de recibir, interpretar y asimilar toda aquella información íntima que le estamos brindando, sino que, además se permite sentir y expresar emociones propias a través de nuestra obra.
Cada vez que observamos un cuadro, escuchamos una canción, vemos una película… no solo somos capaces de entender cómo se siente y qué quiere transmitirnos el autor (qué intenta comunicarnos), también experimentamos “en nuestras propias carnes” todas aquellas reacciones emocionales que despierta en nosotros la obra contemplada. Nuestras reacciones y emotividad no solo vienen dadas por el mensaje recibido por parte del artista, sino también por todos aquellos recuerdos, experiencias, sensaciones y reacciones fisiológicas que identificamos al observar la obra.
Tan importante es la relación entre el arte y la expresión de emociones, que cada vez es mayor la cantidad de terapias basadas en bellas artes y su presencia en centros educativos (como os contamos en nuestro artículo sobre Arteterapia, en el que entrevistamos a una psicóloga especialista en la materia, Samaris Patiño).
Si bien todas las disciplinas artísticas pueden ayudarnos a expresar y despertar emociones, nos gustaría centrarnos en la pintura y el dibujo para observar varios aspectos que varían según las emociones que queramos transmitir al espectador (en el caso de que los espectadores seamos nosotros, podemos aprovechar para analizar estos puntos y, así, ver qué herramientas está utilizando el artista para comunicarse con nosotros):
- Colores a utilizar: como veíamos en la entrada sobre la Psicología del Color, las tonalidades que escojamos son fundamentales de cara a conseguir un efecto u otro en el espectador. Por ejemplo, si pretendemos transmitir un estado de ánimo basado en la alegría, la energía o la vitalidad, utilizaremos tonos amarillos, naranjas y rojos (nunca azul, por ejemplo, que sería perfecto si nuestro objetivo es plasmar un estado de tristeza o depresión).
- Trazos o pinceladas: en este caso debemos observar si la pincelada o trazo es suave, tranquila, o, por el contrario, es fuerte y enérgica. Cuanto mayor sea el dinamismo, mayor será la intensidad de la emoción que se trata de expresar.
- En el caso de que en la escena hubiese figuras (humanas, animales o arbóreas), prestaremos especial atención a si están solas o en compañía de otras figuras (en el segundo caso, qué tipo de interacción tiene con estas), la postura, el gesto, el tamaño de la figura con respecto al entorno…
A continuación, te proponemos que observes estas dos obras y nos dejes tu comentario abajo o en nuestras redes sociales
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2 comentarios en “Comunicación y emoción a través del arte”
La primera fotografía ,los girasoles marchitos,no tiene colorido,me inspira tristeza ,el apogeo se termina.
Y la segunda fotografía,transmite miedo,oscuridad,
cierto, tienen que replantear sus criterios de acuerdo a que colores son alegres o tristes, bien se ve que eso depende de como emplee los colores el artista y el contexto la propuesta de la obra.